miércoles, 27 de agosto de 2008

A cien millas. Fesser, Guillermo

Ya que Trueba escribe pero no ahoga, y sus obras menores más guiones, fetichísticamente ya pedidos, tampoco dan para tan hondo, le soy infiel con otros autores espaciales tipo Guillermo Fesser y su A cien millas de Manhattan.

No esperaba encontrarme con una obra tan maravillosa. Que este lechón tiene talento es algo aprendido como 2 por 2 son cuatro y 4 deiciseis... Gomaespuma es una sustancia que durante 20 años no se ha degradado un ápice, desde cotas de talento echás día sí día también si sale 5 salgo de casa y te hago barrera.

Es el libro que todo escritor hubiese querido escribir. Sin más. Que en el primer capítulo relacione la historia de la secta Moon con el porqué los Estados Unidos dejaron de producir campeones fondistas de atletismo a partir de los 70, sólo lo pueden hacer artistas genialoides. Evidentemente el estilo, ritmo, léxico que imprime el lechón están a la altura de la temática tan multidimensional y holísticamente igual de bien engarzada.

El título sintetiza muy bien el centro geométrico del libro: a 100 millas de Manhattan. En zona rural próxima a la Gran Manzana, Fesser está en un apartado sin premeditarlo, le sumerge en el corazón de la cultura americana, aquella que tan poco tiene que ver con lo que se exporta y lo que se vende.
Aventurero en la sombra, vocacionalmente deja el guión de película que iba a escribir, y se dedica retratar la cultura estadounidense a partir de ríos temáticos complejos. Con historias hechas de plastilina biográfica amasada por Fesser, añadiendo cuerpo en el momento preciso al retrato cultural con datos, historia y sociología, que rellenan esas biografías de sus vecinos y conocidos al vuelo, en su estancia de un año en el pueblo de su mujer: Rhinebeck.

En el fondo está el raíl vocacional periodístico de Guillermo, que indaga, investiga y documenta sus alrededores, pero ante todo, está el ojo talentoso que es capaz de sacarle toda la tajá a la vida donde otros sólo ven una sola realidad inconexa. Él es capaz de ver decenas y darnos ese elixir exprimido que es su libro, tejido para dar a conocer una realidad americana que no conocemos y que no es tan tan dispar a la nuestra. Bravo Guillermo, quizás un día me tatuo ya puestos PTinto en tu honor, lechón, que bueno eres lechón, y hay que ver cuanto han subido los precios. : D

miércoles, 13 de agosto de 2008

Saber Ganar

He hablado poco hasta hoy de la novela protagonista de este blog. Ya va siendo hora.
Cuando le preguntan a la gente por la novela suelen incidir y coincidir en que hay cuatro protagonistas principales y que la temática es la superación (transición) de la derrota en la vida.
Si me preguntaseis a mí diría que gira en torno a 3 protagonistas secundarios y que la novela trata de los equilibrios familiares tipos. Simplemente para discrepar y no cerrar una novela abierta tan a lo Trueba.

Los nombres de pila de la novela son Silvia, Leandro, Lorenzo y Ariel. Un periodista del corazón afirmaría que: Lorenzo es un homicida divorciado y en paro; su padre y senil Leandro un putero a los 70 mientras su esposa está muriendo; Ariel un soso jugador de fútbol argentino de 20 años del Madrid; y Silvia el romance de 16 años de edad de éste, a su vez nieta de Leandro y también hija de Lorenzo.

Leandro y Lorenzo son dos perdedores, sin ningún timón sobre su destino, ni sobre su pasado, ya que están perdidos entre dos olas. Es la pérdida del náufrago.
A Leandro parece habérsele colado toda la modernidad del mundo, toda la transgresión no vivida de las generaciones pasadas, justo antes de morir, sin poder hacer nada para revertirlo. Es un hombre gruyere al que se le cuela sin saber por qué la casi adicción a una prostituta en su mundo ordenado, quizás por otros, como si en su instancia psíquica los pilares fueran huecos por dentro, poniendo en cuestión la arquitectura de su autonomía. Una invasión repentina de los instintos más bajos tras 70 años de vida, una edad del pavo con canas y bastón. Mientras su mujer agoniza con una elegancia suma de cáncer terminal. Saber perder siendo un adolescente octogenario.

Este libro incide en la esfera de lo patético que hay en nuestras vidas. No en los defectos, no en las tristezas, si no en nuestros verdaderos fracasos personales. Ahí está la verdadera pérdida del ser humano, su patetismo, su sumidero; y donde empieza la verdadera remontada de la vida. Remontada hecha antiheroicamente, matiz a matiz.

Uno se lee los libros de Trueba del tirón, y sabe que el final de los mismos va a ser un antifinal. Que Trueba te sirve una loncha de cotidianiedad de la mejor calidad planetaria y que no te la va a dar con fuegos artificiales al cerrar. Disfruta del viaje, que es el destino. Vive la vida, que al final no hay nada. Porque en la transición del relato van cayendo perlas suficientes como para no ser dependiente de un final, al menos a mí no me importa que los finales de las tramas de Trueba sean un irse a dormir la novela.

Me atrevería a decir que Silvia es una ganadora, y que Ariel es un neutro, un soso, un rico de orchata azul, un personaje blanco. Que no se titula Saber Ganar porque Aurora, Pilar o algún Burano, no son los escogidos para ser enfocados por la vara de la existencia...
Pero eso ya será comentado otra tarde