domingo, 5 de octubre de 2008

Una bonita continua emergencia

Míster criticón se suele deshacer en elogios cuando algo le gusta. Hoy ha sido el caso.
Porque escasas veces uno ve una película en el cine y la volvería a ver unas horas más tarde. No me pidas que te bese porque te besaré tiene un título descarado que puede llevar a interpretaciones dulzonas. La película es una bestialidad.

Una bestialidad muy humana, y encharcada de talento. El culpable es Albert Espinosa- el creador- un tío ametrosexual, feo, desaliñado, con pierna amputada, joven, con cáncer media vida, sin pulmón ni medio hígado. Un tío, de mente maravillosa, superdotada en matices y conexiones entre historias, un fuera de serie por talento y de fábrica, fuera de muchos caminos mentales transitados requetemasificados-convencionales, con propia isla, huellas y continente.
Fuera de serie porque extrañamente cambia de matrices con-textuales de una forma súbita. Es capaz de deconstruir una historia en menos de un segundo como un castillo de arena bañado por el agua, mientras se forma otro de la nada (su mente) y aparece ahí de repente con sólo la bandera a coronar para ser rematada esta nueva trama. Una bonita continua emergencia.

La historia se engarza en el mundo de las personas especiales/disminuidas psíquicas. Conclusión/premisa mía: ¿muy fuerte no esto de englobar toda la psique en la disminución? ¿muy heavy no el cartel exclusivo de disminuidos a los de gañotas y tartamudeos, habiendo tanto minusválido emocional llenando las aceras? El alto, el bajo, el guapo, el feo, el rico, el pobre, el listo, el tonto. Los 8 adjetivos funcionales para dormir, comer, follar-trabajar.

Hay que estar allí en la butaca del cine para no perderse todo lo que una mente humana sólo puede retener horas después.
¿Resumen de la historia? Es un chico que va y sale de su casa y se encapricha en aprender a tocar la guitarra la última semana antes de casarse, entre otras cosas porque no quiere casarse, entonces le toca una clase con personas diferentes a él, que le impactan, y una compañera de clase le ayuda a tocar una canción que hubiese tardado 10 años en aprenderla.
Eloy Azorín aporta positivismo y sonrisa, el propio Albert Espinosa un personaje ultracómico y antiheroico, el profesor de guitarra una sobriedad extraordinaria, los 5 actores disminuidos son lo mejor de la película, lo más hilarante en años, el quid del mensaje, la veta y filón de la historia.

Por último destaco el personaje de Pol que me deja sin palabras.
Y el escenón-trama de la piscina con mesas maquetas del banquete. Plas plas plas

miércoles, 27 de agosto de 2008

A cien millas. Fesser, Guillermo

Ya que Trueba escribe pero no ahoga, y sus obras menores más guiones, fetichísticamente ya pedidos, tampoco dan para tan hondo, le soy infiel con otros autores espaciales tipo Guillermo Fesser y su A cien millas de Manhattan.

No esperaba encontrarme con una obra tan maravillosa. Que este lechón tiene talento es algo aprendido como 2 por 2 son cuatro y 4 deiciseis... Gomaespuma es una sustancia que durante 20 años no se ha degradado un ápice, desde cotas de talento echás día sí día también si sale 5 salgo de casa y te hago barrera.

Es el libro que todo escritor hubiese querido escribir. Sin más. Que en el primer capítulo relacione la historia de la secta Moon con el porqué los Estados Unidos dejaron de producir campeones fondistas de atletismo a partir de los 70, sólo lo pueden hacer artistas genialoides. Evidentemente el estilo, ritmo, léxico que imprime el lechón están a la altura de la temática tan multidimensional y holísticamente igual de bien engarzada.

El título sintetiza muy bien el centro geométrico del libro: a 100 millas de Manhattan. En zona rural próxima a la Gran Manzana, Fesser está en un apartado sin premeditarlo, le sumerge en el corazón de la cultura americana, aquella que tan poco tiene que ver con lo que se exporta y lo que se vende.
Aventurero en la sombra, vocacionalmente deja el guión de película que iba a escribir, y se dedica retratar la cultura estadounidense a partir de ríos temáticos complejos. Con historias hechas de plastilina biográfica amasada por Fesser, añadiendo cuerpo en el momento preciso al retrato cultural con datos, historia y sociología, que rellenan esas biografías de sus vecinos y conocidos al vuelo, en su estancia de un año en el pueblo de su mujer: Rhinebeck.

En el fondo está el raíl vocacional periodístico de Guillermo, que indaga, investiga y documenta sus alrededores, pero ante todo, está el ojo talentoso que es capaz de sacarle toda la tajá a la vida donde otros sólo ven una sola realidad inconexa. Él es capaz de ver decenas y darnos ese elixir exprimido que es su libro, tejido para dar a conocer una realidad americana que no conocemos y que no es tan tan dispar a la nuestra. Bravo Guillermo, quizás un día me tatuo ya puestos PTinto en tu honor, lechón, que bueno eres lechón, y hay que ver cuanto han subido los precios. : D

miércoles, 13 de agosto de 2008

Saber Ganar

He hablado poco hasta hoy de la novela protagonista de este blog. Ya va siendo hora.
Cuando le preguntan a la gente por la novela suelen incidir y coincidir en que hay cuatro protagonistas principales y que la temática es la superación (transición) de la derrota en la vida.
Si me preguntaseis a mí diría que gira en torno a 3 protagonistas secundarios y que la novela trata de los equilibrios familiares tipos. Simplemente para discrepar y no cerrar una novela abierta tan a lo Trueba.

Los nombres de pila de la novela son Silvia, Leandro, Lorenzo y Ariel. Un periodista del corazón afirmaría que: Lorenzo es un homicida divorciado y en paro; su padre y senil Leandro un putero a los 70 mientras su esposa está muriendo; Ariel un soso jugador de fútbol argentino de 20 años del Madrid; y Silvia el romance de 16 años de edad de éste, a su vez nieta de Leandro y también hija de Lorenzo.

Leandro y Lorenzo son dos perdedores, sin ningún timón sobre su destino, ni sobre su pasado, ya que están perdidos entre dos olas. Es la pérdida del náufrago.
A Leandro parece habérsele colado toda la modernidad del mundo, toda la transgresión no vivida de las generaciones pasadas, justo antes de morir, sin poder hacer nada para revertirlo. Es un hombre gruyere al que se le cuela sin saber por qué la casi adicción a una prostituta en su mundo ordenado, quizás por otros, como si en su instancia psíquica los pilares fueran huecos por dentro, poniendo en cuestión la arquitectura de su autonomía. Una invasión repentina de los instintos más bajos tras 70 años de vida, una edad del pavo con canas y bastón. Mientras su mujer agoniza con una elegancia suma de cáncer terminal. Saber perder siendo un adolescente octogenario.

Este libro incide en la esfera de lo patético que hay en nuestras vidas. No en los defectos, no en las tristezas, si no en nuestros verdaderos fracasos personales. Ahí está la verdadera pérdida del ser humano, su patetismo, su sumidero; y donde empieza la verdadera remontada de la vida. Remontada hecha antiheroicamente, matiz a matiz.

Uno se lee los libros de Trueba del tirón, y sabe que el final de los mismos va a ser un antifinal. Que Trueba te sirve una loncha de cotidianiedad de la mejor calidad planetaria y que no te la va a dar con fuegos artificiales al cerrar. Disfruta del viaje, que es el destino. Vive la vida, que al final no hay nada. Porque en la transición del relato van cayendo perlas suficientes como para no ser dependiente de un final, al menos a mí no me importa que los finales de las tramas de Trueba sean un irse a dormir la novela.

Me atrevería a decir que Silvia es una ganadora, y que Ariel es un neutro, un soso, un rico de orchata azul, un personaje blanco. Que no se titula Saber Ganar porque Aurora, Pilar o algún Burano, no son los escogidos para ser enfocados por la vara de la existencia...
Pero eso ya será comentado otra tarde

martes, 29 de julio de 2008

Neal Cassady

Como quien segrega la mitad de chocolate en un vasito de helado con vainilla, postpongo la lectura de Saber Perder, como si fuera el último trozo de chocolate en mucho tiempo.
Acabada ya la vainilla de Abierto toda la noche, y pedidos ya guiones, películas, y obras menores de DT, he empezado a destripar el clásico - vs. se reeditan 100mil copias por año- En el camino de Jack Kerouac, biblia de la generación beat y antesala de los inigualables años 60 según la Historia oficial.

La nomenclatura beat tiene muchas interpretaciones: beatitud, abatido, latido, espontáneo. Silvestre fue la redacción del texto, en 3 semanas, en un rollo de papel sin márgenes ni párrafos.
Pero blando, es la conclusión con que uno se queda de lo beat tras las primeras 120 páginas de la novela.
Es el año 1947, tiempos blandos para ideas y quehaceres progresistas, mas la personalidad de Kerouac no huele a esas universales capaces de saltar las vallas del tiempo.

Curiosamente, la propia novela parece buscar a un personaje frecuentemente. Éste no es otro que Dean Moriarty, alter ego de Neal Cassady, que sí es una psicología rompedora, salvaje y robustamente asilvestrada con mucho de lo establecido, entonces y en cualquier contexto.
Kerouac busca quizás ser el portavoz de esta personalidad ágrafa y caótica, que entre otras cosas conducirá unos años más tarde el autobús escolar psicodélico de los Merry Pranksters a lo largo y ancho de la América de los 60 tal como relata Tom Wolfe en Ponche de ácido lisérgico. Un completo personaje.

En la misma novela aparecen Ginsberg y Burroughs enmascarados, pero de momento sólo deja el regusto de una excursión en auto-stop adolescente con lagunas estilísticas. Confiemos que su futura muerte vital por cirrosis y el mayor protagonismo de Neal Cassady en la segunda mitad de la novela justifiquen una historia más singular, rompedora y universal, dado su lugar en la historia de la sociología.

martes, 22 de julio de 2008

Religión estética

Este fin de semana terminé la lectura de Abierto toda la noche.
Ya nada volverá a ser como antes.
Son sólo palabras escritas en 236 páginas, pero su efecto únicamente es comparable al que causó Ecce Homo en mí hace 11 años. Eso mató a Dios, Trueba ha sido mucho más sutil.
El mundo se ve diferente una vez que lo ha tocado la barita de David Trueba. Este genio autodidacta de la psicología hace que cualquier detalle nimio de mi alrededor esté preñado de contenido si lo miro con sus gafas. Gracias por pavimentar estas carreteras en mi mente, ensancharlas y ponerles áreas de servicio. A cambio hace tiempo que soy Truebista : )

Usted utiliza más que ese 10 % del cerebro del que hablan los cánones, y obviamente hay que inventar gente como usted siempre que se pueda, es más, debería ser legal la clonación de Davids Trueba : D
¿Por qué ahora los nimios detalles de antes son densos y felices, si antes rozaban la nada? ¿Por qué los Belitre son capaces de tanto? No sé, a Abelardo Belitre la lectura de una biblia le bastaba para comer, dormir y cagar en el mundo.
Sí, puede ser que el comprender el mundo, desde el más mínimo detalle, baste para ser feliz con-un-poco-de-pan. Cero de abstracción, ausencia de conceptos, y fobia a los fundamentos, simplemente intentar cerrar el círculo a partir de cualquier cosa (con ciencia, eso lo pueden hacer cuatro, no confundamos). Me chivaste ese secreto. Para mí, es fácil, sé que existen los Belitre, sé que existe David Trueba (como idem su hermano sabe que existe Willy Wilder). La religión siempre tendría que ser estética.
Hay libros de cabezazos y libros de cabecera, libros-medicamento, libros leprosos, libros-cambiavidas, y libros de David Trueba.
Por hoy ponemos el punto y seguido

lunes, 14 de julio de 2008

Entrevista sobre Saber Perder

De Helena Hevia en El Periódico,
-->Para el escritor y director de cine David Trueba (Madrid, 1969) existe un número mágico, el cuatro, aunque no sepa muy bien decir el porqué. "Quizá porque nací en Cuatro Caminos", aventura con guasa. Y es que cuatro eran los amigos de su segunda y muy celebrada novela, y cuatro vuelven a ser los personajes de Saber perder (Anagrama).
"Escribo para clarificar el mundo y cuando acabo un libro el resultado sigue siendo confuso para mí", admite con su característica y divertida resignación en la presentación de la obra. Pero a pesar de todo, con sus frases de "anciano sabio chino", como las define su editor, alguna que otra certeza sí tiene. "Vivimos en una época en la que que el triunfo y la fama se consideran como la perfección misma. Es una idea que comparten, incluso, personas sensibles e inteligentes. Pero nos olvidamos de las tensiones y, a menudo, de la imposibilidad que conlleva llegar a esa perfección con los materiales imperfectos de los que estamos hechos". Así que Trueba, el sabio chino, propugna una felicidad zen cargada de sentido común y hecha de fracasos menores. "La vida está llena de pequeñas derrotas de las que hay que saber levantarse. De hecho, vivir es saber perder". Y, según el autor, la mejor fórmula para no acabar convertido en lo que no querías ser.
Siguiendo un consejo que alguien le dio un día, Trueba no se pone a escribir si no tiene un título, y en este caso era capital partir de esa idea que es como la espina dorsal de la obra. "En la novela hay un juego y un jugador. Se trata de una crítica de cómo el lenguaje deportivo ha calado en nuestras vidas".
Al autor le interesan las edades extremas tanto en sus películas como en sus novelas. Los muy jóvenes --"la adolescencia es como un teatrillo en el que no acaba de empezar nunca la obra"-- y los ancianos. "Mi padre me tuvo muy mayor y por eso me entiendo bien con los viejos. Tienen una gran lucidez. Hay dos clases de viejos: los que dicen que todo lo que se hacía antes era mejor --lo que es absolutamente falso-- y aquellos que se emocionan con lo que hacen los jóvenes que les rodean. Ese es el tipo de viejo que me gustaría ser. Un viejo vivo frente a los aspirantes al museo". Fernando Fernán Gómez, cuya evocación surge una y otra vez durante la conversación --"le admiraba porque era el antimárketing personificado"--, y el guionista Rafael Azcona son para el pequeño de los Trueba algunos de esos viejos vivos a los que le gustaría parecerse.
Con cinco películas en su haber y tres novelas, se declara monógamo sucesivo con respecto al cine y a la novela, que cultiva sin revolverlas, en departamentos estancos. "Cuando estoy dirigiendo no escribo una sola línea, y al revés". Tampoco tiene ganas de que ninguna de sus novelas acabe en la pantalla. Y pone este ejemplo: "La literatura es como una acogedora casa aislada en el campo. Si construyeran al lado una pista de esquí, me fastidiaría mucho".

Trueba de fuego


Querer resumir la vida de los Belitre en un cuadro pintado es todo un reto. Pero voy a intentar conseguirlo, cojo carrerilla y ahí voy.

Es una tarde de verano en el jardín de la casa donada a los Belitre, tarde enganchosa y rural. Félix Belitre se dispone a servir la paella donada a su vez por Paula-su-esposa, la única trabajadora a tiempo completo y eterno en esa casa, donante de vida, dómina de casa, sacrificadora familiar.
Sus seis hijos atormentan el rectángulo de la mesa de madera cada cual con su forma de estar en el mundo. Matías, con el síndrome de Latimer también en la expresión de sus ojos, vela por orquestar esa desinfonía que el padre al que emula nunca sabrá llevar. Pero un bastonazo estruendo y doliente del abuelo Abelardo exalta toda la atmósfera previa a la inminente primera degustación de paella, y causa un silencio absoluto de dos segundos antes de pronunciar:
- El Altísimo creó en el sexto día la paella y en el séptimo se reunió para probarla, pero nunca creo a mamarrachos que no saben bendecir la mesa! Cerró los ojos- Queda bendecida ya, joder!
Felisín sonreía apurado a su novia Nicole intentando que sus ojos como platos mirasen al plato real de comida y que le acercaran el tenedor, mientras se alejaban los segundos tras la enésima vehemencia del abuelo.
El pequeño Lucas era el único de la familia inmune a cualquier exceso de seriedad, y desafiaba a Nacho tirándole granos de arroz con la cuchara de catapulta, mientras se ponía dos patas de cigala colgando de las fosas nasales. Nacho aplacaba los granitos con felicidad recordando el éxtasis de la noche anterior con aquellas dos mulatas en celo. Basilio miraba la agresión arrocera sin puerta de iglesia, adivinando a la perfección la enésima aventura nocturna de Nacho, mientras sentía cada granito arrojado como un eco de su cara picoteada por el acné histérico.
El adolescente Gaspar saboreaba el arroz caldoso evocando a Violeta, la musa y protagonista de sus novelas recreando el momento en que la volvería a ver tras el verano.
Y Félix, Mamá y el abuelo Abelardo eran los portavoces de esa paella, el ruido y palabras que giraban en torno a si había sido conveniente hacer estallar la ensalada con el bastón del abuelo o si Dios también detestaba todo lo verde aderezado con aceites sospechosamente procedentes del infierno...

Y ya. Ha sido un primero intento de novelar la novela, una pirueta que quizás cayó de pie. Prometo un futuro encuentro inter-novelesco entre el abuelo Abelardo y algún personaje de Cuatro amigos o Saber Perder.
Bona nit

sábado, 12 de julio de 2008

jueves, 10 de julio de 2008

Abelardo Belitre

Sigo enfrascado en la lectura de "Abierto toda la noche", donde ya he llegao a la segunda parte con lectura detallada. El rótulo de entrada ilumina que "el hogar es el único sitio abierto toda la noche", y esta novela versa sobre una familia.
Los Belitre, apellido con empaque. Familia en los 80 compuesta por un matrimonio con seis hijos varones y el abuelo, cuyo nombre es Abelardo Belitre y es el personaje que más me ha impactado y voy a subrayar aquí.

El abuelo Abelardo desayuna solo en las cafeterías, hablando y gesticulando. Habla con Dios cotidianamente. En su casa le tiene reservadísima una silla por si algún día le da por venir a comer.

Su culta, reposada, e intelectual esposa suele gritarle llanamente meapilas, cabronazo y lamedioses, pero el temperamental Abelardo le replica elaborando el insulto con: gran mujer venida a menos, gloria degradada de otros tiempos, o belleza ya putrefacta.
- Curioso como un matrimonio es la única habitación con vida propia, diferente e independiente, a las diferentes vidas que vivimos en otros lugares-.

Abelardo es, vehemente. Suelta bofetazos a testigos de Jehová en la puerta de su casa si balbucean algo poco potente sobre Dios. Pero sobretodo, mató a un amigo suyo en la cama de un hospital al arrebatarle el tabaco y quererle salvar la vida sí o sí, mientras su amigo se acababa de colapsar por el estrés gritando hijoputaa - Corrijo: no era ni amigo, sólo conocido -

Luego en el entierro se alzó protagonista con el micro y soltó su clásico poema que repetía en cada funeral.

-Es una persona con alto grado de psicoticismo, pero con una vida estable con toda esa fortaleza y potencia que da tener a un Dios en las posesiones de uno. Fortaleza de hierro a la vez que castillo de agua, porque es una fe violenta, forzada en los actos, vehemente. Es un cuerpo psíquico vacío con una armadura-esqueleto que lo mueve y que es el temperamento. Este ser es temperamento.-

El abuelo Abelardo encontró a su hijo terminando de recomponer la aleta antes de salir para el trabajo.-
-¿Funciona (el faro)? -preguntó el abuelo. El padre negó con la cabeza.
-Lo sabía. Nada de faro. "Yo soy la única luz en el desierto" Eso es lo que me ha dicho (Dios). Menos mal que el señor nos guía en la gran tribulación y nuestros coches no necesitan faros.
-Entonces rompo el otro también -ironizó el padre con visible enfado.
El abuelo afirmó y blandió el bastón en el aire antes de dejarlo caer sobre el otro faro
-Era una broma papá.
-No hay bromas con Dios -dijo el abuelo alejándose hacia el porche.

jueves, 3 de julio de 2008

Cuatro amigos, pág. 66-68


...Algunos años después nos convertimos en íntimos amigos. Recuerdo exactamente el instante en que ocurrió. Estábamos sentados a solas en la terraza de un bar. De pronto le miré y descubrí sus ojos inundados en lágrimas. Le pregunté si le sucedía algo, pero él negó con la cabeza. Dejó pasar un rato en silencio y finalmente se atrevió a explicarme lo que le ocurría.

-¿Has visto la cantidad de tías que hay?
Miré alrededor. Una calle frecuentada, como tantas otras.
-No, no ahora. En el mundo. Miles, millones. Y me gustan todas. Estoy con una y pienso en las demás. Me cruzo en la calle con chicas preciosas, mujeres que llevan a sus niños al colegio, compañeras de clase, una con su novio, un grupo de amigas, la camarera de turno, aquella que espera el autobús...

La voz se le entrecortaba como si me narrara la pérdida de un ser querido. Aquél era su drama.
-¿Por eso lloras?-traté de consolarlo.
-Pues sí, me ha dado un flash, perdona.
No tenía nada que perdonarle. Le pasé una mano por la espalda y le ofrecí unas servilletas para que se secara los lagrimones. Acababa de ganar mi corazón para siempre.

-Quiero follármelas a todas, ¿no lo entiendes? A todas, tenerlas a todas, poseerlas, que me posean. No lo soporto. Me estoy volviendo loco. ¿Para qué están aquí? ¿Para qué existen? ¿Por qué hay hombres y mujeres? Para que nos acostemos todos con todas no, ¿no? Es que no hay otra explicación. Por eso me desespero. La vida está tan mal hecha. Me gustaría ir por la calle y decir: "A ver, tú, vente a casa" y que ellas hicieran lo mismo conmigo, si yo estoy dispuesto, joder, si yo no le he dicho que no a ninguna tía en toda mi vida, si me he portado de cojones con ellas. Pues no. No es así. Por eso sufro, coño, es que es una tragedia.

El torrente de esperma retenido con forma humana que es Raúl desarrolló su priaprismo mental a lo largo de los años en que fuimos amigos. Nunca se le dieron mal las chicas, habían de ser del género rápido, decidido, era negado para el romanticismo, el flirteo civilizado. Era un seductor de casa de socorro...

lunes, 30 de junio de 2008

Primer visitante

http://estatuasverdes.blogspot.com/2008/03/saber-perder.html

miércoles 5 de marzo de 2008
Saber perder

Hace cuatro años un primo mío me contaba que se iba a presentar a las oposiciones de profesor de Latín, sin haberse preparado el temario. Me caiga el autor que me caiga me da igual, me explicó, sobre todos diré lo mismo: demuestra un hondo conocimiento del alma humana. Ignoro si le cayó Séneca o Plauto, pero el tío y sus cojones aprobaron con plaza. La frasecita me ha traumado desde entonces, y he encontrado un autor que, sin ser mi favorito (hice trampa), demuestra un hondo conocimiento del alma humana.

Citando a Astrud, “tú lo llamarás literatura, pero yo lo llamo mentalismo”. Me resulta increíble que David Trueba tenga una intuición tan fina a la hora de escrutar y (re)presentar los sentimientos. En su día expresé mis dudas acerca de si este escritor sería tan eficaz desnudando emocionalmente a las mujeres como lo es con los hombres, y un lector anónimo me contestó que no. Continúo sin saberlo porque, a pesar de las diarias exhortaciones que se me hacen desde los medios de comunicación, todavía no me he cambiado de sexo. No sé si en su última novela Saber perder (2008) el Trueba shico logra una radiografía convincente de las féminas pero la novedad es que por primera vez lo intenta.

Saber perder es la nueva obra de David Trueba, uno de los personajes "Oro" de Estatuas Verdes. Es una novela de 520 páginas, que me he leído a velocidad récord por ser vos quien sois. A otro autor le hubiese dicho tururú, pero me intrigaba averiguar si Trueba era capaz de sostener en una obra de largo aliento (como cursimente se llama a los novelones) las muchas virtudes que ya dejó ver en sus dos primeros libros. Mi veredicto es claro: no estamos ante una obra maestra, ni siquiera ante una novela digna de pasar a la historia de la literatura, y sin embargo, recomiendo a todo el mundo su lectura pues pienso que en ella se encuentran muchísimas cosas de valor: acaso un espejo donde mirarnos nosotros mismos.

Las dos anteriores entregas de David Trueba rondaban las doscientas páginas, y quizás la longitud de esta última sea un lastre a la hora de acometerla. Por otro lado, es innegable que Trueba posee la maestría a la hora de narrar, el don de contar historias y hacerlas interesantes. Domina con precisión los mecanismos del suspense, de la presentación de la trama, de la caracterización de los personajes. Su lenguaje es coloquial sin resultar callejero y su estilo fresquito, pero eso hace también que como escritor no alcance más que la nota de notable (por oposición a sobresaliente).

No hay aquí grandes hallazgos del lenguaje, Trueba no es Eloy Tizón ni Roberto Bolaño, ni falta que le hace. Él hila con oficio una dignísima novela que es la historia entrelazada de cuatro personajes cuyo denominador común es el experimentar una pérdida. El “perder” del título revela la polisemia de la novela: perder un partido de fútbol, perder a un ser querido, perder la cabeza, perder dinero, la dignidad, la propia vida. Y aún así no diría yo que estos cuatro protagonistas sean prototípicos perdedores, son más bien gente normal que en un momento dado pierde. Siga jugando.

Me da la impresión de que el background cinematográfico del autor como guionista y director pesa mucho sobre su producción literaria. Me aventuro a decir que no me extrañaría que Saber perder hubiese nacido en la mente del escritor como un guión para una película que se le fue de las manos. La historia y su planificación son muy de cine, el modo de presentar a los personajes también. Las secuencias se suceden a la maniera de Expiación, de modo espiral; hay pequeños saltos adelante y atrás en el tiempo con la misma escena presentada desde distintos puntos de vista. La historia del delantero argentino Ariel, la adolescente Sylvia, su padre Lorenzo y el anciano Leandro representan una interesante tranche de vie de la España post 11-M. Si en este país hubiese televisión de calidad y mercado para consumirla (como en Gran Bretaña, Francia o USA), pienso que Saber perder hubiera dado para una cojonuda miniserie de cuatro capítulos.

Como me ha chivado la lectora Ana en un comentario, Trueba dice en las entrevistas que el argumento de esta novela sería insoportable de no ser por su carga de humor. De acuerdo con él en que el humor es vital en el arte y en la vida, pero David, hijo mío, no me parece a mí que esta sea tu novela más humorística. Las otras dos eran un desgüeve perpetuo, esta la has llenado de desgracias y te has pretendido ir de filósofo. Y te ha salido bien, no perfecto pero sí muy bien. Saber perder es tu mejor novela, pero te ha quedado un pelín cruda por dentro. A ver si con la próxima te sales, porque está claro que vas a más como escritor.

¡Y que este hombre no esté en un consejo de sabios o algo!

Retroprogresión


Tengo una nueva ruta en la lectura de Saber perder. He dejado la novela en la página 200 y suspendo la continuación de su lectura. La próxima parada es la primera novela de David Trueba, Abierto toda la noche, y luego regreso al futuro hacia el meollo de Saber perder. Retroprogresión.
El blog seguirá en sus trece. Hoy añado la entrevista que la divina Mara Torres le hizo a David a propósito de su tercer hijo escrito y muchas otras cosas más, que nos servirán para ir conociendo al culpable de todo esto.
Y también he copipasteado una interesante crítica de http://www.estatuasverdes.blogspot.com/ acerca de la novela cuyo autor desconocemos y espero que se presente en los comentarios.
Ahí va.


miércoles, 25 de junio de 2008

Inaguración

Acabo de adecentar y decorar el espacio de este blog con algún toque personal, para así poder ser inagurado. Es una inaguración sin cóctel, silenciosa, y con muy pocos asistentes. Nuestros pasos se podrían ahora oír retumbar en esta sala. Perdón, que es una plaza pública.

Hace mucho sol. Nadie va vestido mínimamente elegante y todos llevan el libro de David Trueba en la mano o en la cabeza. La plaza es todo el suelo del libro, estas palabras son su pintura. el mobiliario, algún que otro concierto futuro... porque hoy por hoy sólo hay una llanura de cemento y este letrero que anuncia la construcción del espacio.

También solicito mano de obra. Necesito gente que se una por su filia a la novela y entre todos seamos coautores de esta plaza. Personas que como yo admiran su suelo y no quieren que la novela se acabe en su página 520. Y ojalá que la novela nunca acabe, que siga viva por mucho tiempo en esta plaza o en muchos otros lugares.

"El deseo trabaja como el viento. Sin esfuerzo aparente. Si encuentra las velas extendidas nos arrastrará a velocidad de vértigo. Si las puertas y contraventanas están cerradas, golpeará durante un rato en busca de las grietas o ranuras que le permitan filtrarse"